\u201CEste es mi Cuerpo\u201D
Queridos hermanos:

En esta edición tenemos el gran privilegio de leer al cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. El cardenal Cantalamessa fue el predicador de la Casa Pontificia desde 1980 hasta 2024, durante los pontificados de San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Y ya fuera que le estuviera predicando al Papa o a feligreses como nosotros, su objetivo siempre ha sido que podamos encontrarnos con Jesús de un modo que transforme nuestra vida. ¿Y qué mejor lugar para encontrarnos con el Señor que en la Eucaristía? Este es el tema de los artículos que el cardenal ha escrito para este mes.
Los católicos creemos que Jesús está verdaderamente presente en la Hostia y el Cáliz durante la Misa. Y por esta razón proclamamos que la Eucaristía es la fuente y cumbre de nuestra fe. El Señor dijo: “Yo soy ese pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi propia carne. Lo daré por la vida del mundo” (Juan 6, 51). En su primer artículo el cardenal Cantalamessa nos habla no solo de que debemos comer el Cuerpo eucarístico de Jesús sino también de cómo debemos ofrecernos nosotros mismos como un don de amor al Señor y a nuestros hermanos (página 4).
En el segundo artículo (página 10), reflexionaremos en cómo la Sagrada Comunión nos hace a todos un solo cuerpo: “Todos comemos de un mismo pan, y por esto somos un solo cuerpo” (1 Corintios 10, 17). Y finalmente, el cardenal nos invita a imitar el misterio de la Eucaristía por medio del servicio a los hermanos (página 16). El Señor Jesús nos dijo: “El que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás” (Marcos 10, 44). Pero, como nos recuerda el cardenal Cantalamessa, Jesús mismo nos legó el ejemplo supremo de servicio cuando, la noche antes de morir, durante la cena, lavó los pies de sus discípulos: “Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho” (Juan 13, 15).
Ruego a Dios que esta edición del mes de junio los invite a acercarse a la mesa eucarística, a hacerse uno con el Señor y a abrir su corazón para recibir la gracia de amar a los hermanos y entregar su vida por ellos de formas grandes y pequeñas.
También, en el marco del Jubileo de la esperanza que estamos celebrando durante este año, se celebran 1700 años del Concilio de Nicea, el cual “tuvo la tarea de preservar la unidad, seriamente amenazada por la negación de la plena divinidad de Jesucristo y de su misma naturaleza con el Padre” (Bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025, 17). Como resultado de este concilio, surgió el Credo Niceno, el Símbolo de nuestra fe que profesamos todos los domingos en la Misa. En la sección de atrás, encontrarán un artículo sobre el Concilio de Nicea y el Credo que los obispos ahí reunidos nos dejaron como legado.
Que el Señor Todopoderoso derrame sobre ustedes sus abundantes bendiciones y les conceda la gracia de hacerse uno con él en la Eucaristía.
María Vargas
Directora Editorial
editor@la-palabra.com
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