La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Dic/Ene 2009 Edición

El Santo Padre Pío de Pietrelcina

Primer sacerdote con las estigmas de Cristo

Por: Por Oscar G. Gagliardi

El 25 de mayo de 1887 nació en Pietrelcina, provincia de Benevento, al sur de Italia, el niño Francesco Forgione, hijo de dos humildes agricultores católicos, Grazio Mario Forgione y María Giuseppa de Nunzio.

El bautizo se realizó al día siguiente en la capilla Santa Ana, y fue encomendado por sus padres a San Francisco de Asís. Francesco tuvo un hermano mayor de nombre Michele y tres hermanas menores de nombres: Felicita, Pellegrina y Grazia, esta última, con el correr del tiempo, se convirtió en religiosa ingresando al convento de claustro en Roma.

Despertar de la vocación religiosa. Los padres de Francesco eran personas de mucha fe y diariamente asistían a la Santa Misa y en las tardes rezaban el Rosario, además se reunían en familia para hablar de temas religiosos y narrar pasajes de la Biblia. El niño Francesco dio muestras de una gran fe y gran espiritualidad, asistiendo diariamente a Misa, orando en su hogar y también frente al Santísimo. A la edad de 12 años fue confirmado y recibió la primera comunión en la capilla Santa Ana, donde se desempeñó como asistente de altar. Su madre fue testigo de las penitencias y privaciones que realizaba. En esa época ayudaba a su padre en el campo, por lo que su educación tomó más tiempo y requirió ayuda adicional para nivelarse y poder así ingresar a la vida religiosa, ya que su vocación se le había despertado desde muy temprana edad y sus padres la apoyaban. Para solventar el costo de la educación adicional, el padre viajó a los Estados Unidos en busca de trabajo para obtener un mayor ingreso económico y poder así cubrir los gastos de la educación de su hijo.

Vida religiosa. Concluida su nivelación en los estudios y aferrado a su temprana vocación, el 6 de enero de 1903, a la edad de 15 años y 7 meses, Francesco Forgione ingresó al noviciado de los Frailes Capuchinos, de la Orden Franciscana de Morcone y el 22 de enero del mismo año, vistió el hábito franciscano adoptando el nombre de Fray Pío, en honor al santo patrono de Pietrelcina, Papa San Pío V, y haciendo los votos simples de pobreza, castidad y obediencia. El 27 de enero de 1907 cumplió con la profesión de los votos solemnes y el 10 de agosto de 1910, el Hermano Pío fue ordenado Sacerdote por el Arzobispo Paolo Schinosi en la Catedral de Benevento, Italia, siendo llamado desde entonces Padre Pío. Ofició su primera Misa en la Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles en Pietrelcina. Por habérsele presentado problemas de salud, el Padre Pío obtuvo la dispensa de la Orden para permanecer fuera del convento, seguir vistiendo el hábito franciscano y vivir en su casa bajo el cuidado de su familia.

El 6 de noviembre de 1915, a raíz de la Primera Guerra Mundial, el Padre Pío fue llamado a prestar su servicio militar destinándolo a la Décima Compañía de Sanidad en Nápoles. En la vida militar sus condiciones físicas desmejoraron teniendo que ser internado varias veces en el hospital, lo que motivó su baja de las filas del Ejército el 16 de marzo de 1918, por razones de salud. Ese mismo año, el 20 de septiembre, estando en San Giovanni Rotondo, en el Monasterio del Gargano, se le hicieron visibles las estigmas de Jesús en manos, pies y costado, las cuales permanecieron con él por 50 años, desapareciendo poco antes de morir. Al difundirse la noticia de las estigmas del Padre Pío, una gran afluencia de personas concurrían a San Giovanni para poder verlo, asistir a las Misas que celebraba y a confesarse con él. El Padre Pío pasaba muchas horas sentado en el confesionario en donde muchos fieles fueron testigos de uno de sus dones con el que podía leer la mente y el corazón de los penitentes.

Durante su vida religiosa mostró un gran amor a Dios y al prójimo, viviendo su vocación con elevada fe cristiana, orientada fundamentalmente a la redención de los fieles, ejerciendo una dedicada dirección espiritual de ellos, poniendo a su servicio el Sacramento de la Reconciliación y celebrando la Sagrada Eucaristía con una extraordinaria espiritualidad que era apreciada con gran devoción por los asistentes. Su fe la alimentaba con la oración; por ello dedicaba gran parte de la noche a mantenerse, a través de ella, en comunión con Dios y decía: En los libros buscamos a Dios, en la oración lo encontramos. La oración es la llave que abre el corazón de Dios.

El Padre Pío, dando muestras de su gran amor al prójimo y a la caridad social, tuvo la iniciativa de llevar adelante la obra del hospital Casa de Alivio del Sufrimiento, que se inauguró el 5 de mayo de 1956. La misión dada a este hospital era la de curar al enfermo tanto en lo espiritual como en lo físico, es decir manteniendo ciencia y fe en estrecha comunión. Cuando tuvo que soportar investigaciones y restricciones en su servicio sacerdotal o ante acusaciones injustificadas y calumnias, siempre mantuvo silencio y las aceptó con mucha humildad y resignación confiando en el juicio de Dios, de sus directores espirituales y de su propia conciencia. Durante toda su vida religiosa observó con entera responsabilidad los votos profesados de obediencia, pobreza y castidad.

Dones y milagros. El Señor le había otorgado al Padre Pío la gracia de varios dones extraordinarios que él, con mucha humildad, los ponía al servicio del prójimo. Entre ellos destacan los siguientes: Bilocación, es decir podía estar en dos lugares simultáneamente. Este don lo empleó para asistir a moribundos o hacer sanaciones milagrosas sin dejar físicamente el convento. Clarividencia, podía oír y ver a distancia la conciencia de las personas y el grado de pureza de sus corazones, lo cual le permitía orientar y aconsejar a sus fieles, estar al tanto de peticiones que le hacían desde diferentes lugares, e incluso recriminar a muchos el olvido intencional o no, de algunos pecados no mencionados durante la confesión. Profecía, pudo anunciar sucesos que ocurrirían a futuro, como el que le dijo al que posteriormente llegaría a ser el Papa Juan Pablo II. En 1947 el entonces joven Padre Polaco Karol Józef Wojtyla visitó al Padre Pío y se confesó con él. El Padre Pío le manifestó que algún día ocuparía el más alto cargo en la Iglesia. Sanación, realizó diferentes curaciones milagrosas a muchas personas, como la de la niña Gema, quien había venido al mundo sin pupilas en ambos ojos. Gracias a la intercesión del Padre Pío ante el Señor, la niña recuperó la visión, pero sin pupilas. Gema, ya adulta ingresó a la vida religiosa. Otro milagro ocurrió cuando, en 1962, el entonces Obispo Wojtyla le escribió al Padre Pío pidiéndole que rezara por su amiga la Dra. Wanda Poltawska, quien padecía de cáncer. Más tarde los doctores le anunciaron a la médico paciente que su cáncer estaba en regresión sin que pudieran ofrecer explicación alguna. Levitación, en estado de profunda oración, el cuerpo del Padre Pío se hacía liviano y se elevaba, y sus pies dejaban de tocar el suelo. Perfume, las estigmas que poseía en su cuerpo tenían fragancia de flores. Estigmas, la cinco llagas de Cristo crucificado se le presentaron en manos, pies y costado. Sangraban cada cierto tiempo pero nunca se infectaron ni cicatrizaron y las sufrió por 50 años. Poco tiempo antes de su muerte desaparecieron las estigmas.

Muchos fueron los milagros que en vida realizó el Padre Pío y que han quedado debidamente registrados. Durante su proceso de beatificación se consideró el milagro de la sanación a la señora Consiglia de Martino de Salerno, de Italia, y para su canonización se contempló el caso de la curación del niño Mateo Pío Colella, de San Giovanni Rotondo, Italia.

Muerte. El 20 de septiembre de 1968, el Padre Pío conmemoró sus 50 años de haber experimentado en su cuerpo las estigmas de Jesús crucificado. Para esta jubilosa ocasión celebró una Misa en San Giovanni y el altar estuvo adornado con 50 flores con rosas rojas. Las estigmas ya habían desaparecido sin que sus manos, pies y costado mostraran cicatrices. Tres días después, el 23 de septiembre de 1968, dejo de existir a los 81 años de edad en San Giovanni Rotondo. El féretro con el cuerpo del Padre Pío estuvo expuesto para que la extraordinaria concurrencia pudiera expresarle su último adiós. Fue sepultado en la cripta del Santuario de la Iglesia de Santa María de la Gracia en San Giovanni Rotondo, de Puglia, Italia.

Beatificación y canonización. El 18 de diciembre de 1997, el Papa Juan Pablo II lo pronunció Venerable y dos años más tarde, el 2 de mayo de 1999, lo beatificó en la Plaza San Pedro ante una multitudinaria concurrencia. Tres años después, el 16 de junio de 2002, el mismo Papa Juan Pablo II lo declaró santo, siendo el Padre Pío el primer sacerdote canonizado que haya recibido las estigmas de Jesús. Se estableció el 23 de septiembre como la fecha litúrgica de San Pío de Pietrelcina.

Exhumación de sus restos. El 3 de marzo de 2008, el cuerpo de San Pío de Pietrelcina fue exhumado de su cripta para que sus restos fueran colocados en una urna de vidrio y expuestos a la veneración del público, a partir del 24 de abril de 2008 en el santuario de Santa María de la Gracia, en la localidad de San Giovanni Rotondo, en Puglia, Italia. De acuerdo a lo manifestado por el Arzobispo de San Giovanni Rotondo y delegado de la Santa Sede para el santuario y las obras del Padre Pío, Mons. Domenico D’Ambrosio, los restos se encontraban en buen estado y sin que se apreciaran señales de las estigmas que llevó consigo por 50 años.

Oscar G. Gagliardi, de nacionalidad peruana, reside con su esposa Zoila en Estados Unidos desde hace 21 años. En la actualidad vive en la ciudad de Emmitsburg, Maryland, y pertenece a la Parroquia de St. Joseph.

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