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Pascua 2018 Edición

De Inquisidor en Granada a Apóstol de Hispanoamérica

La llegada de un santo al Nuevo Mundo: Santo Toribio de Mogrovejo

Por: Oscar G. Gagliardi K.

De Inquisidor en Granada a Apóstol de Hispanoamérica: La llegada de un santo al Nuevo Mundo: Santo Toribio de Mogrovejo by Oscar G. Gagliardi K.

Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, nacido el 16 de noviembre de 1538 en Mayorga, Corona de Castilla (España), decidió estudiar derecho civil y eclesiástico en la Universidad de Salamanca, bajo la tutela de su tío Juan de Mogrovejo, que era profesor en esa universidad.

Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, nacido el 16 de noviembre de 1538 en Mayorga, Corona de Castilla (España), decidió estudiar derecho civil y eclesiástico en la Universidad de Salamanca, bajo la tutela de su tío Juan de Mogrovejo, que era profesor en esa universidad. Posteriormente, el tío se trasladó a la ciudad de Coimbra, invitado por el Rey de Portugal, Don Juan III, para dictar cátedra en la universidad de la ciudad. El tío, conociendo las cualidades y capacidades de su sobrino, decidió llevarlo consigo y ambos pasaron varios años en ese entorno universitario enriqueciendo sus conocimientos.

A su retorno a España, falleció el tío y Toribio decidió seguir la misma carrera docente, llegando a ser profesor de derecho en la Universidad de Salamanca. Allí demostró estar dotado de grandes conocimientos y virtudes, tanto así que finalmente fue designado Gran Inquisidor de España, es decir, Presidente de la Corte de la Inquisición en Granada. Poco tiempo después, el emperador Felipe II, al tomar conocimiento de las cualidades de Toribio de Mogrovejo, le propuso al Papa Gregorio XIII que lo nombrara Arzobispo de Lima, en el Nuevo Mundo, un cargo sumamente honroso, pero difícil de cumplir, tanto religiosa como geográficamente, más aun siendo Toribio todavía laico.

En marzo de 1579, fue efectivamente designado arzobispo por el Papa Gregorio XIII, pero como ni siquiera era sacerdote, tuvo que recibir la dispensa papal para la recepción de las diversas órdenes menores. En 1578 fue ordenado sacerdote en Granada y obispo dos años después en Sevilla, en agosto de 1580.

Rumbo al Nuevo Mundo. Ya investido como obispo, Toribio de Mogrovejo se embarcó en un largo y tedioso viaje para asumir su nuevo cargo en el Virreinato del Perú. Iba acompañado por su hermana Grimanesa y el esposo de ésta, Don Francisco Quiñones, quien más tarde llegó a ser corregidor y alcalde de Lima. Luego de la larga travesía, arribó al puerto de Paita, ubicado al norte de la ciudad de Lima, en mayo de 1581. Tan pronto llegó, inició su trabajo como misionero trasladándose a Lima a pie y durante tan largo desplazamiento fue bautizando y enseñando a los nativos que encontró a su paso. Esta tediosa y agotadora caminata le produjo un fuerte desgaste físico, pero no se amilanó y su fe más bien se fortaleció, porque sentía en su interior que estaba cumpliendo con las obligaciones del cargo que se le había confiado.

A su llegada a Lima, tomó posesión de su cargo de arzobispo el 12 de mayo de 1581, dedicándose a lograr las mejoras y progresos espirituales de los feligreses, ya que la ciudad había quedado sin arzobispo desde hacía seis largos años y estaba en grave decadencia espiritual, con un sistema improvisado que facultaba a los Virreyes a intervenir en los asuntos de la Iglesia. A raíz de esto, se sucedieron abusos muy graves, pero los sacerdotes no se atrevían a corregirlos.

Toribio, ya como arzobispo, empezó a poner orden tomando medidas contra los vicios, escándalos y abusos existentes en la sociedad. Sumó a ello el complemento de su generosidad, la cual era muy amplia y muchas veces repartía entre los pobres todo lo que poseía. Son abundantes los testimonios de su caridad, entrega y desinterés, y antes de poner su firma a cualquier decreto que lo requiriese, anteponía la palabra “gratis”. En una ocasión, cuando se desató una terrible peste en la ciudad que causó innumerables enfermos y muertos, muchos de ellos pobres, que abarrotaban los hospitales, le mandó decir a su cuñado, el alcalde, que gastase todo su dinero en socorrerlos y si faltaban fondos, que pidiese prestado, y luego él se lo devolvería.

En otra ocasión, un altercado gravísimo surgido entre dos nobles limeños terminó con la condena a muerte de uno de ellos. Solo el perdón del otro, que los ruegos de medio Lima no pudieron conseguir, podía salvar de la ejecución al condenado. Ya a punto de realizarse el ajusticiamiento, el arzobispo de Lima fue a buscar al ofendido, se arrodilló a sus pies y le suplicó su perdón, como si fuera él mismo el culpable. Con ello obtuvo el perdón y por tanto se evitó la ejecución.

Era también contrario a las corridas de toros e incluso prohibió que su familia participara en esas ferias, debido a los excesos y desatinos pecaminosos que ocurrían en las graderías. Se opuso a las corridas de toros, tanto por el peligro de morir sin confesión al que se exponían los combatientes, toreros, picadores y banderilleros, así como también por la promiscuidad escandalosa que se daba entre hombres y mujeres en aquellos espectáculos taurinos.

Su largo y ancho recorrido. Toribio de Mogrovejo era consciente de la extensión de su arzobispado que abarcaba desde Lima hasta Quito, por ello y a las tres visitas pastorales que realizó, recorriendo y organizando su jurisdicción, se debe el origen de las circunscripciones políticas que asumirá la colonia y posteriormente la República del Perú. La mayor parte del recorrido de su territorio episcopal lo realizó a pie o a lomo de mula haciendo visitas pastorales, en las cuales bautizó y confirmó a cerca de medio millón de personas, entre ellas, a Santa Rosa de Lima, San Francisco Solano, San Juan Masías y San Martín de Porres.

Durante su trabajo episcopal en Lima, Toribio de Mogrovejo convocó el III Concilio Limense (1582 –1583) al que asistieron prelados de toda Hispanoamérica y en el que se trataron asuntos relativos a la evangelización de los indígenas. Se acordó la predicación en las lenguas nativas, para lo cual debió crearse una facultad de lenguas nativas en la Universidad de San Marcos, y la catequización de los esclavos negros, así como la publicación de catecismos en idiomas castellano, quechua y aymara. Estos fueron los primeros libros impresos en Sudamérica. Además, hizo construir caminos, escuelas, varias capillas, hospitales, conventos y fundó el primer Seminario Americano en Lima en 1591, que en la actualidad lleva su nombre.

A Toribio de Mogrovejo lo llamaban “el incansable” ya que se destacó por su total entrega al trabajo. Dormía poco, se levantaba de madrugada y repetía lo siguiente: “Nuestro gran tesoro es el momento presente y tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hayamos empleado nuestro tiempo.”

Una luz se apaga. Un gran desgaste físico sufrió Toribio de Mogrovejo al recorrer a pie muchos lugares, exponiéndose a los cambios de altura en una geografía muy irregular y a las variables condiciones meteorológicas de las rutas que tomaba, descuidando su alimentación e hidratación, con escaso descanso y sin dormir lo suficiente, muchas veces por no disponer de un albergue o cama para recostarse. Indudablemente todas estas circunstancias quebrantaron significativamente su salud.

A los sesenta y ocho años, Toribio de Mogrovejo enfermó de gravedad cuando se encontraba en la población de Pacasmayo, pero aun así continuó trabajando al punto de llegar a la ciudad de Zaña, ya agonizante. Allí hizo su testamento, dejando sus efectos personales a sus criados y a los pobres el resto de sus bienes. Su deceso se produjo a las tres y media de la tarde del Jueves Santo, 23 de marzo de 1606, en el Convento de San Agustín, donde recibió el auxilio religioso. Los restos de Santo Toribio de Mogrovejo reposan en la Capilla de la Catedral de Lima, Perú, situada en la Plaza de Armas junto al Palacio Arzobispal.

Canonización. Su proceso de canonización se inició de inmediato, con el conocimiento de sus muy claras virtudes puestas en práctica durante su vida. Fue beatificado el 28 de junio de 1679 por el Papa Inocencio XI, mediante su bula Gaudeamus y canonizado el 10 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII, mediante su bula Quoniam Spiritus. En 1983 el Papa Juan Pablo II proclamó a Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono del Episcopado Latinoamericano, con fiesta propia el 27 de abril.

En Mayorga, España, lugar de nacimiento de Santo Toribio de Mogrovejo, la festividad más importante del año es el “Vítor”, declarada “de interés nacional”. Se celebra el 27 de septiembre de cada año, en conmemoración de la llegada de las reliquias de Santo Toribio de Mogrovejo a Mayorga desde Perú. Durante esa noche el pueblo apaga sus luces y comienza una procesión de gran impacto visual que parte de la Iglesia de Santo Toribio, y recorre las calles con la sola iluminación de las antorchas que portan los pobladores siguiendo una tradición que pasa de padres a hijos.

Oremos:
Oh Dios eterno, que hiciste crecer tu Iglesia mediante el cuidado apostólico y el celo por la verdad de Santo Toribio de Mogrovejo, concédenos a quienes nos hemos consagrado a ti que experimentemos un nuevo aumento de la fe y la santidad. ¡Santo Toribio de Mogrovejo, ruega por nosotros! Amen.

Oscar G. Gagliardi K., de nacionalidad peruana, reside con su esposa Zoila en Emmitsburg, MD, Estados Unidos.

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