La Palabra Entre Nosotros (en-US)

Febrero 2017 Edición

Cómo amar realmente a tu marido

Un plan para construir un matrimonio estable y feliz

Por: Teresa Cirner

Cómo amar realmente a tu marido: Un plan para construir un matrimonio estable y feliz by Teresa Cirner

Cartas de amor, joyas, bombones, comidas para dos, abrazos apasionados… Ninguna esposa tiene problemas para hacer una lista de las expresiones románticas tradicionales de amor que le gustan. Pero ¿qué pasa en las temporadas ordinarias de la vida? ¿Cómo seguir diciéndole a tu marido que lo amas cuando no hay dinero para regalos y tú te sientes más cansada y preocupada que romántica o soñadora?

Teniendo en cuenta que cada matrimonio es único y diferente, no hay respuesta para todos los casos. Sin embargo, hay una simple verdad que todas podemos usar como guía: el amor se expresa en las cosas que se hacen a diario.

¿Qué cosas? Todo depende de quién o cómo sea tu marido. En otras palabras, expresar tu amor de un modo práctico, en acciones, significa buscar uno o más métodos que se ajusten al tipo de hombre que Dios te ha dado para amar.

Muchas de nosotras llegamos al matrimonio con ciertas teorías sobre cómo expresar el amor, pero lamentablemente nuestras ideas no siempre coinciden con la forma cómo nuestros maridos experimentan el amor en la vida real. Si a tu marido le gusta la comida simple, por ejemplo, ¡no se impresionará con el elaborado manjar que te hayas pasado todo el día preparando para la cena!

Cuando pienses en qué hacer para demostrarle amor a tu marido, reflexiona un poco sobre cómo es él y cómo experimenta él el amor. Considera sus preferencias y gustos, su personalidad y su temperamento. ¿Qué cosas son las que le animan, lo motivan y le divierten?

Las preguntas siguientes son útiles para estimular la creatividad y la preparación. Algunas son recomendaciones generales que tú puedes poner en práctica a tu propio modo; otras son más específicas y se derivan de lo que yo he aprendido sobre las cosas que le importan a mi marido. ¡Ten presente que estas no son más que sugerencias, por lo que puedes dejar que el Espíritu inspire tu imaginación!

Preguntas para reflexionar. ¿Rezo yo por mi marido? No hay modo mejor de poner en acción el amor que encomendar a tu marido al Señor, que lo ama sin límites. A mí me parece útil preguntarle a mi marido si tiene preocupaciones específicas por las que yo puedo rezar, por ejemplo, una situación difícil en el trabajo, finanzas, amistades, ayuda para resolver algún problema complicado o algo que lo tenga preocupado.

¿Le demuestro respeto? Sin duda nuestros maridos también tienen faltas y defectos, pero aun así todo lo que nosotras pensamos, decimos y hacemos siempre debe ser respetuoso: “Que la esposa respete al esposo” (Efesios 5, 33). La manera como nosotras nos relacionamos con nuestros maridos influye en los conceptos que otras personas tienen de ellos, comenzando con nuestros hijos. El marido necesita una esposa que crea en él; no que piense que él es perfecto, sino que le conozca íntimamente, con sus virtudes y sus defectos, y que de todas maneras crea en él. El hecho de apreciarlo y respetarlo como persona es parte del don de la vida que las mujeres son capaces de dar. Por eso, anima a tu marido, pero sé honesta. Si ves que él necesita cambiar en algo, díselo con amor y ternura. No le digas que tiene un gran talento en algo en que obviamente no lo tenga. Hazle comentarios sinceros sobre los aspectos positivos de su personalidad y demuéstrale lo mucho que lo aprecias.

¿Cocino yo para mi marido o para mí? Yo me pasé años tratando de deslumbrar a Randy cocinando comidas diferentes cada vez. Como me parecía que a los hombres les gusta la variedad, yo siempre estaba experimentando con platos nuevos, pero bien pude haberme ahorrado el esfuerzo. Un día con cierta timidez me pidió si podíamos tener espagueti con albóndigas más a menudo “y no tantas cosas nuevas.” Al principio me costó vencer la tentación de sentirme resentida, pero me di cuenta de que yo tenía que cocinar para él y no según lo que yo pensaba que a él le gustaría.

Si tu marido es el que cocina la mayor parte del tiempo, porque tal vez viene el tiempo o el talento para eso, entonces aplica esta pregunta a alguna tarea hogareña que tú haces normalmente. Tal vez valga la pena cambiar algo en la manera en que manejas las finanzas o limpias el cuarto de estar o algo que tu marido aprecie y le haga sentirse valorado y amado.

¿Hago las cosas que mi marido me pide hacer? No me refiero a cosas grandes, sino a aquellas pequeñas diligencias que te pueden complicar un día ocupado en casa o en el trabajo. “¿Puedes pasar al banco y hacer este depósito? Por favor, lleva estas cartas al correo. ¿Puedes llevar esta ropa a la lavandería?”

Los mandados como éstos son sin duda pequeños (y absolutamente factibles), pero a veces uno siente que le irritan. Mi primera reacción es sentir que estas cosas me incomodan. No, no es un resentimiento grande, pero si no se le pone atajo ¡puede envenenar la atmósfera! Por eso, este es uno los objetivos que quiero lograr: dejar de ofenderme rápidamente y en cambio reconocer sin demora que las peticiones que me hace mi marido me dan la oportunidad de hacer algo útil con alegría y satisfacción para el hombre que Dios me dio y que yo amo.

Cuando vamos de paseo, ¿se me ocurre hacer algo que le guste a mi marido? Pensar un poco por anticipado y en forma creativa acerca de alguna actividad determinada puede hacer que mi marido se sienta más feliz y la ocasión sea más alegre e interesante para los dos.

Poco después del nacimiento de nuestro tercer hijo en cinco años, el tiempo que pasamos juntos se había hecho bastante rutinario. Cuando no estábamos exhaustos y realmente desplomados en el sofá, lo que hacíamos era ir a un restaurante que yo elegía. Luego se me ocurrió que hacía tiempo que Randy no iba a pescar, cosa que yo sé que le encanta. Pensando en esto, un viernes por la tarde, hice arreglos con una niñera para que cuidara a nuestros pequeños, preparé un almuerzo para llevar, puse las cañas de pescar y otros aparejos en el auto junto con una muda de ropa y pasé a recoger a Randy del trabajo. Manejamos hasta un río cercano, comimos pizza, y nos dedicamos a pescar y a relajarnos. Randy estaba encantado. ¡Y a mí me fue muy bien porque por primera vez pesqué un róbalo de doce pulgadas!

¿Atiendo a mi marido con alegría cuándo está enfermo? Una amiga mía dice que en estos casos es más difícil para ella demostrar amor en forma práctica, pero le ayuda el pensar en Jesús cuando les lavó los pies a los apóstoles en la Última Cena. El ejemplo de amor comprometido y práctico del Señor la anima para atender a su marido con paciencia y buena cara.

¿Le impongo a mi marido mis normas de comportamiento “correcto”? No hablo de conductas moralmente correctas o incorrectas, sino de asuntos de preferencia personal que se derivan de la educación hogareña recibida en la juventud y de las diferencias entre hombres y mujeres.

Para mí, un factor de desagrado era lo mucho que a mi marido le gusta mirar los partidos de fútbol en la televisión. Mirar programas deportivos en el fin de semana no era algo que mis tres hermanas y yo hiciéramos cuando éramos jovencitas; no era interesante y no tenía sentido para mí. “Qué manera de perder el tiempo” decía yo cuando Randy se instalaba frente al televisor. Finalmente, llegué a reconocer que este era un interés realmente normal y legítimo para los hombres. Luego, yo tenía que ver cómo reaccionar.

Habiendo observado que este tipo de diferencias causan a veces situaciones de tirantez y controversia en el matrimonio, he tratado de adoptar una actitud constructiva. Cuando hay un partido que mi marido quiere ver, yo me reúno con una amiga o hago otra cosa que me guste y me distraiga. A veces también decido quedarme; me acurruco al lado de Randy y miro con él y en ocasiones como éstas —he descubierto— son perfectas para charlar durante los avisos comerciales, por supuesto. Incluso, a través de los años, he escogido algunos equipos favoritos y ahora me entretiene mirar cuando ellos juegan.

¿Me molesta cuando mi marido pasa tiempo con sus amigos? A veces, los esposos esperan que uno sea todo para el otro y viceversa, y eso es una expectativa imposible de realizar. Así como las esposas necesitamos tener amigas con quienes compartir, nuestros maridos también necesitan hacer amistad con otros hombres.

Amor vivificante. Posiblemente algunas personas dirán que hay que ser loco para vivir de esta manera, porque seguramente pensarían “¡Cuidado, se van a aprovechar de ti!” Es cierto que, seguramente, en algunas situaciones, esto es verdad; pero en el matrimonio cristiano, esta forma de amor es lo más auténtico y sensato del mundo. Si le preguntas al Señor “¿Cómo quieres tú, Señor, que yo le demuestre amor a mi marido?”, el mismo Señor irá profundizando y fortaleciendo el amor del uno al otro, porque su amor engendra el amor. Conforme tú y tu marido adquieran un mejor entendimiento de esto, los dos procurarán ser “afectuosos unos con los otros con amor fraternal; con honra y dándose preferencia uno al otro” (v. Romanos 12, 10).

Teresa Cirner es consejera clínica profesional con práctica privada en Ann Arbor, Michigan. Ella y su marido Randy llevan 47 años de matrimonio, tienen cinco hijos y dos nietos.

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